Eliseo Ferrer / Una crítica de las falacias, tópicos y prejuicios más comunes sobre los evangelios, el pecado, el alma y la carne.

Presento a los lectores un artículo mío de este verano (2022) surgido a consecuencia de la estupefacción que me produjeron ciertos comentarios del catedrático español Don Antonio Piñero en el debate mantenido (en Youtube) con el intelectual mexicano Irving Gatell.
Vaya por delante mi reconocimiento y mi admiración hacía el trabajo de Don Antonio, quien fue, ha sido y es todavía un genuino maestro de mi generación, en España y en muchos países de la América española. Pero hay que reconocer que, cuando se ha sido catedrático de por vida de la primera universidad pública española (Complutense), se ha vivido durante cincuenta años del erario público y se sale a debatir en una tribuna pública, hay que asumir las consecuencias de todo lo que se dice y de todo lo que se omite.
Al señor Piñero se le puede perdonar que no sepa absolutamente nada de la cultura tardoplatónica grecorromana del Logos solar;[1] que no sepa absolutamente nada de mitología; incluso, que le quede grande la bata blanca de psiquiatra.[2] Pero no aquellos asuntos que forman parte del catálogo estricto de su negociado. Por ello, y porque la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio, me he visto obligado a escribir ese largo artículo. Con la seguridad de que alguien tenía que decirlo y hablar claro.
© Eliseo Ferrer (Desde una antropología materialista).
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[1] Eliseo Ferrer. Sacrificio y drama del Rey Sagrado. Madrid, 2021. pp. 343–364 y 665–692.
[2] Según Piñero, Pablo de Tarso (de quien nada sabemos) tuvo problemas mentales y fue esquizofrénico.
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